Entrevista a Javier Marcos Sainero, director del Servicio Técnico Veterinario de Vetia Animal Health
¿Es la agalaxia contagiosa el problema más extendido en las explotaciones españolas de ovino de leche? ¿Qué datos se tienen respecto a su prevalencia?
¿Cuáles son sus principales consecuencias productivas? ¿Qué efectos tiene en la rentabilidad económica?
Tradicionalmente, la agalaxia contagiosa se venía considerando una parte de la mamitis ovina aunque, si bien esta enfermedad tiene cosas en común con la mamitis, debe ser tratada de manera particular porque gran parte de lo que es válido para el control de la mamitis no lo es para el control de la agalaxia contagiosa. Las consecuencias del padecimiento de agalaxia contagiosa por un colectivo de ovejas lecheras, independientemente de su intensidad y extensión, suele tener graves consecuencias. Estas consecuencias suelen ser de tres tipos al menos. La más inmediata es la merma en la producción de leche. Uno de los síntomas principales de la agalaxia contagiosa es una mamitis intersticial, unilateral o bilateral, que hace disminuir drásticamente o desaparecer la producción lechera de los animales afectados.
Otra consecuencia es la diseminación de la infección entre los componentes del rebaño. Aunque esta diseminación se puede dar por diferentes vías, en las explotaciones lecheras modernas la ordeñadora desempeña un papel fundamental. La contaminación de pezoneras y conductos con leche infecciosa puede producir una rápida difusión de la enfermedad por vía intramamaria retrógrada en la que el agente infeccioso se inocula en el tejido mamario de los animales sanos por espray, que se origina por bruscos cambios en las presiones hidroaéreas que se ocasionan durante el proceso del ordeño mecánico. La diseminación puedes producirse también por vía oral, ingiriendo materiales contaminados por parte de los animales sanos, fenómeno que suele ser frecuente entre las corderas de reposición que no tienen un razonable estado de inmunidad.
La última consecuencia es de carácter sanitario global, puesto que nadie en su sano juicio aceptaría la adquisición de animales procedentes de una explotación infectada por muy buena condición genética y productiva que tenga.
¿Cuáles son las principales novedades que se han desarrollado en los últimos años respecto a esta enfermedad? ¿Hay avances científicos significativos?
En mi opinión, todos los desarrollos de métodos diagnósticos que compatibilizan los hallazgos microbiológicos sobre individuos o colectivos, obviando el estatus inmunitario que aquellos posean, son de gran interés porque se pueden catalogar los rebaños y los individuos, aunque posean anticuerpos frente a la enfermedad, bien sean adquiridos por infección, por vacunación o por la ingestión de calostro en los más jóvenes. El estudio de muestras individuales o colectivas a través de técnicas microbiológicas o de PCR permiten lo mencionado.
¿Es efectiva y económicamente rentable una estrategia basada en el tratamiento de los animales clínicos? ¿En qué momento puede ser efectivo?
La alternativa más drástica y eficaz consistiría en la detección microbiológica de los portadores para su eliminación, pero esta medida representa un enorme gasto para el ganadero y un detrimento de la capacidad a corto y medio plazo de la producción del rebaño, que suele representar el medio de sustento de su propietario. En muchos de estos casos, el ganadero opta por establecer un plan de vacunación suficientemente intensivo como para evitar los brotes y sobresaltos, intentando compatibilizar el mantenimiento de la producción con una tasa tolerable de contagios y con un desvieje paulatino de aquellos individuos que hayan sufrido lesiones que aconsejen su eliminación temprana del colectivo.
¿Cuáles son las medidas de manejo más efectivas que se deben tomar contra la agalaxia contagiosa para actuar en su prevención?
¿Cómo funciona la vacunación? ¿Qué efectos tiene en el control de la enfermedad?
Muchos rebaños en los que la situación de la agalaxia contagiosa aconseja tomarse con calma su erradicación requieren la vacunación como medida para que la situación no se descontrole, aunque de forma simultánea se pongan en práctica otras medidas. La vacunación, aun siendo correcta, no evita por completo que los animales se infecten, pero sí limita el número de ellos que lo hacen. Además, en los animales que están infectados el estímulo inmunitario que produce la vacunación disminuye su capacidad de diseminación del agente infeccioso.
Desde nuestro punto de vista, en los rebaños que optan por vacunar, es importante prestar especial atención a la inmunización de los animales más jóvenes desde edades tempranas para procurar que en el periodo de recría se infecten y lleguen a su primer parto enfermas. En los rebaños afectados, el grueso de los casos nuevos de animales que presentan clínica de agalaxia son las ovejas de primer y segundo parto. La vigilancia de otros parámetros como la prevalencia de Mycoplasma agalactiae como agente causal de mamitis, la detección periódica del agente infeccioso en la leche colectiva y la detección y eliminación de las ovejas que presenten lesiones, sobre todo mamarias, con agalaxia crónica, son medidas que deberían combinarse con la vacunación cuando se opta a ella. El mantenimiento de la ordeñadora, en el más amplio sentido, también contribuye a evitar la diseminación de la enfermedad por el ordeño.