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Seminario 5: ‘El ovino del futuro: un sistema de producción +eficiente, +verde y +sostenible’

Aportes beneficiosos de la ganadería para combatir el cambio climático

Giovanna González López

Técnico veterinario de Ovino y Caprino en Alltech

29/10/2021
La lucha contra el cambio climático y la emisión de gases de efecto invernadero, es un son asuntos de interés en la actualidad. Sin embargo, en ocasiones, no se está trasladado a la sociedad de forma fidedigna el papel que tiene la ganadería en este reto, responsabilizándola, desde algunos ámbitos, como principal responsable de este cambio climático. Desde el propio sector se ha pensado que el cambio climático es un asunto político y se ha dejado que otros actores informen sobre el papel de la ganadería. En esas circunstancias, se corre el riesgo de que lo cuenten de forma poco amigable. Si nosotros no contamos las cosas, vamos a dejar un hueco libre para que lo hagan otros, y no necesariamente con veracidad.
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Navegando por internet y las redes sociales se transmiten ideas de carácter negativo a la sociedad, como que la ganadería es la causante del calentamiento global, que la ganadería intensiva compite por los alimentos con las personas o que no se deben consumir productos de origen animal. Estas cuestiones no reflejan, ni mucho menos, la realidad.

El sector debe desmontar estos mitos en primera persona.

Calentamiento y gases de efecto invernadero

La energía que otorga el sol y llega a la tierra es energía radiante. Parte de esta energía, no absorbida por la corteza terrestre, sale rebotada hacia el espacio exterior. Sin embargo, en un momento dado, aparece una cantidad excesiva de gases de efecto invernadero, cuyos tres principales referentes son dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso (N2O) y el metano (CH4). Cuando ese calor radiante, que es sobrante de la energía que llega del sol, sale hacia el espacio, rebota contra esos gases y vuelve de nuevo a la tierra. Hace el mismo efecto que un plástico, y por eso se llama ‘efecto invernadero’, no dejando que el calor se disipe hacia el espacio. Cuantos más gases hay, más energía radiante vuelve a rebotar y es un manto que conserva el calor y no lo deja escapar, provocando un calentamiento sobre la tierra.

Cada uno de los gases tiene un poder calorífico, que es su capacidad de retener el calor y no dejar que se disipe. Al dióxido de carbono se le da un valor de 1 y el metano tiene un valor de 28, mientras que el óxido nitroso lo tiene de 298; este último es el que está en menor concentración en la atmósfera, por lo que la mayor atención se centra en el metano.

El papel de la ganadería

Con la Revolución Industrial se comenzaron a utilizar combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) para generar la energía necesaria para la producción de los bienes de consumo que utilizamos en la era moderna de la civilización. Esos combustibles fósiles se habían formado a lo largo de miles de millones de años, en base a la descomposición de la materia orgánica. La combustión de estos combustibles fósiles para producir energía genera en el ambiente emisiones de dióxido de carbono y, en algunos procesos, de metano. Todo el carbono almacenado en el subsuelo, que tardó miles de millones de años en formarse, se ha colocado en apenas 70 años en la atmósfera.

En contraposición, los rumiantes eliminan al ambiente metano, como producto de la fermentación ruminal, vía eructos o flatulencias. Sin embargo, ese metano es destruido en parte mediante procesos químicos y otra parte es transformado a dióxido de carbono. Parte del carbono de ese dióxido de carbono es de nuevo captado por las plantas para, a través de su fotosíntesis, incorporarlo al suelo o a sus estructuras de celulosa. Y posteriormente, esas plantas son consumidas por los rumiantes.

Por lo tanto, no todos los gases de efecto invernadero tienen el mismo origen. Parte del dióxido de carbono forma parte de un ciclo agropecuario de recaptación, es el CO2 biogénico, donde el carbono es de nuevo incorporado al substrato terrestre y a las estructuras vegetales en el desarrollo de los cultivos agrícolas.

El gran incremento de CO2 en la atmósfera tiene lugar en los últimos cien años, especialmente en los cincuenta años más cercanos a nuestra actualidad. El volumen de metano también se incrementa al mismo nivel que el de dióxido de carbono, coincidiendo con el aumento de consumo consecuente a las revoluciones industrial y tecnológica. Sin embargo, y a pesar de ello, se prefiere inculpar a la ganadería en lugar de hacerlo al cambio de hábitos de la humanidad.

En la Unión Europea, con datos muy parecidos al de otros países desarrollados, la agricultura contribuye con un 8,72% a las emisiones de gases de efecto invernadero, del que la ganadería representa aproximadamente la mitad. Es decir, la ganadería emite a la atmósfera un 4% de los gases de efecto invernadero. Esta cifra no contempla que la ganadería, fundamentalmente los rumiantes, también tiene un papel en la captación carbono.

Un escenario como el mencionado, en el que solo se miden los gases de efecto invernadero sin distinción entre el carbono de origen biogénico y el carbono de origen industrial, da lugar a situaciones ilógicas. Se puede poner el ejemplo de una ciudad como Los Ángeles, con 13 millones de habitantes y un país como Irlanda, con 4 millones de habitantes y un gran censo vacuno. Cuando se mide la huella de carbono de esta ciudad y este país, la lógica dicta que debería tener más huella de carbono la gran urbe, pero Irlanda, según cómo se están contabilizando las emisiones, tiene más de emisiones de CO2 al ambiente. Es la consecuencia del mayor poder calorífico que tiene el metano frente al dióxido de carbono y de no tener en consideración el poder de secuestro de carbono de los pastos irlandeses.

Nuevas formas de medición

Los últimos estudios demuestran que, mientras que el dióxido de carbono tiene una vida media en la atmósfera de miles de años, el óxido nitroso la tiene de entre 100 y 200 años y el metano tiene una vida media útil de aproximadamente una década. Este dato abre un nuevo planteamiento sobre cómo medir el efecto que tiene el metano sobre el calentamiento global.

En teoría, no puede haber más metano acumulado en la atmósfera que el que se haya generado en los últimos diez años. Mediante reacciones químicas en la atmósfera y mediante sumideros de metano, dicho gas se va destruyendo. Por lo tanto, lo importante es el balance total entre el metano que se ha producido en diez años y el que ha desaparecido en ese tiempo.

La Universidad de Davis ha propuesto una nueva forma de medir el efecto del metano en el calentamiento global. Según la propuesta, todos los gases de efecto invernadero se miden en equivalentes CO2; es decir metano y óxido nitroso se transforman en su patrón equivalente CO2. Con las clásicas mediciones de equivalentes CO2 en la atmósfera, que no tenían en cuenta la vida media útil de cada tipo de gas de efecto invernadero, un incremento del 25% en las emisiones de metano generaba 980 toneladas equivalentes de dióxido de carbono, mientras que una caída del 10% seguía generando 800 toneladas y una caída del 25% todavía suponía 735 toneladas, porque se estaba teniendo únicamente en cuenta la generación de metano, pero no su vida útil, que recordemos, es la más corta de los tres gases de efecto invernadero analizados. Con las nuevas mediciones, un aumento del 25% de emisiones de metano contribuye con 945 toneladas, pero la caída del 10% hace que el balance neto sea neutro y no se aporte dióxido de carbono al ambiente, y una reducción del 25% de las emisiones de metano supondría un ‘efecto coolling’ (enfriamiento), consecuente con el hecho de que la captación de metano es mayor que la formación de dicho gas, (se retendría menos calor en la tierra por el efecto del metano y podría tener capacidad de enfriamiento). Por lo tanto, la ganadería puede colaborar y ser parte de la solución un problema que no ha generado en exclusiva, y no estar considerada como la causante de este.

De hecho, la FAO ha planteado en un reciente informe que se pueden reducir en un 30% las emisiones de metano produciendo la misma cantidad de alimentos, mejorando la eficiencia productiva a través de la tecnología, la genética y los sistemas de producción. Como tecnologías nutricionales, se está trabajando ya en alimentación de precisión, incorporando aditivos como la levadura, que aumentan la digestibilidad de la fibra o trabajando en fuentes de urea de liberación lenta, que hacen que por cada kilogramo ingerido de materia seca, aumente la producción animal.

Competencia por el alimento

Otro de los mensajes que se está mandando a la sociedad es que los rumiantes compiten por el alimento con los humanos. Sin embargo, los rumiantes transforman proteína de baja calidad que no es utilizable por los humanos retenida en la fibra de los vegetales. Los rumiantes tienen en el forraje el 40% o 50% de su dieta, que es proteína que únicamente es digerible por los animales que tienen rumen. Los animales sólo compiten con las dietas humanas con los concentrados. Pero incluso en ese caso, los rumiantes son más eficientes en la transformación de esos productos, ya que con 600 gramos de esa proteína como es el caso de los cereales, son capaces de fabricar 1 kilo de proteína de leche o de carne. Por lo tanto, transforman la fibra que es indigestible para los humanos en nutrientes de alta calidad. Aproximadamente dos tercios de las tierras agrícolas no son cultivables y pueden ser aprovechadas por los rumiantes. Tanto en estas tierras como en las cultivables, los forrajes tienen un papel importante en la fijación de carbono en el suelo. Además, los rumiantes aportan fertilizantes y carbono a la tierra, aprovechan subproductos de la alimentación humana, como pulpas, cascarillas o productos de la transformación energética, que si no se aprovechasen por los rumiantes tendrían que destruirse, proceso que provocaría la liberación de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

El mundo está experimentando un crecimiento demográfico en los últimos cien años. Para el año 2050, se llegará a los 10.000 millones de personas en el mundo, que tienen que comer y deben ser alimentadas. No es posible alimentar a toda la población si no se cuenta con un aumento de la producción agroganadera.

Alltech

La empresa Alltech está comprometida con la sostenibilidad y pone a disposición de los sectores agrícola y ganadero sus tecnologías, para ayudar a los productores a incrementar sus sostenibilidad económica y medioambiental. La idea es trabajar todos juntos para tener un planeta de abundancia y no tener un planeta de escasez.

Alltech dispone de varias actividades empresariales, algunas de ellas orientadas a la alimentación animal, a la agricultura y al asesoramiento sobre el impacto medioambiental de las explotaciones cuya finalidad es ayudar al productor a reducir su huella de carbono.

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